Hoy recibí el mensaje de texto. No sabía nada de ella
hace 3 meses: bueno, de ellas.
En el trabajo no me creerán, ¿Como
podre pedir permiso? tendría que mentirle a mi jefe; aunque siempre me dice que
la verdad es lo primero, no puedo decirle sobre esta noticia, no me creerá y
pensara que es solo para viajar a Santiago donde mis primos que siempre llaman
al trabajo para festejar conmigo cualquier día u ocasión; celebran el día de la
marmota, el día del pastel de choclo y obviamente el día de cualquier licor.
Termino a las 18 horas, entre
llegar desde este call center; todo
gris y monótono, hasta Valparaíso, sería una hora más. Llegaría a las 19:15 si
no hay tacos y sale todo bien. Por un lado es bueno, porque no veré (ni
conoceré) a su familia, pero tengo el miedo que piense que el mensaje fue en
vano y que no llegue a tiempo porque no me interesa conocerla.
¿Y si digo que falleció mi padre?
mi jefe, amable como el sacerdote de la parroquia, tal vez quiera acompañarme.
¿Y si digo que tengo que viajar a Mendoza
al matrimonio de mi hermano? Acá todos me pedirán suvenires, alfajores y
turrones.
¿Y si digo que me siento agripado,
que tengo que ir a mi casa a descansar un rato? Al otro día me preguntaran como
me mejore tan rápido, no puedo faltar más de un día, hay gente amable acá, pero
los días te los descuentan de tu sueldo, no me puedo dar ese lujo, menos ahora.
No le quiero enviar un mensaje de
vuelta avisándole de que llego tarde, puede pensar que es un solo trámite para mí.
Me encantaría llegar antes, estar ahí, comprar flores; de acá mismo, del campo,
este olor a esperanza que tienen las margaritas, dejarlas en un jarrón con agua
al lado de su cama.
"voy para allá, pase lo que
pase, llegare a tu lado en este día, espérenme"
No aguante, le envié uno, sin
esperanzas de tiempo, pero con la fe de que, en cualquier hora, llegare.
- Me da permiso para ir al baño,
don Gastón?
- Que sea rápido, recuerda que no
me gusta pagarle a la gente cuando están en sus necesidades.
- Gracias, seré breve.
Justo hoy don Gastón tenía que
estar en mal humor, nunca me había dicho algo cuando pedía permiso para ir al baño.
Se nota preocupado, tanto como yo, pero yo no puedo demostrarlo, el sí, obvio
es el jefe.
- ¡Rápido! ¡Rapido! Que hoy tengo
que irme temprano y saben que no me gusta dejarlos solos.
- Entendido don Gastón.
¡Ahí esta!, apenas se valla, yo
arranco y llego a Valparaíso. Ordenare todo por mientras, tengo mi maleta
lista, paso por afuera y compro margaritas y de ahí chocolates para la familia,
tendré que conocerlos, riesgos que debo tomar, es algo que debo afrontar.
- Estimados trabajadores, tengo que
ir al puerto a ver unas cosas importantes para la empresa, como no estaré,
dejare a mi brazo izquierdo, el señor Facundo, para que los supervise y no vea
nada fuera de lo común. Hasta luego.
¡Maldita sea! si me arranco, me
despiden, Facundo es un acusete, no me ayudara en nada, lo único que quiere es
subir de rango en este lugar ¡es una hiena más!
- Don Gastón, antes de que se vaya.
- ¿Dígame?
- ¿Me da permiso para ir al baño?
- ¿Otra vez? ¿Algún problema
estomacal?
- Si, las sopaipillas del negocio de
afuera no me cayeron bien.
- Que sea rápido, usted sabe lo que
pienso. Facundo, si sigue con problemas estomacales, envíelo a casa, prefiero
que pierda una tarde, que dos días.
- Entendido Don Gastón.
Sentado acá con la tapa abajo, me
pongo a pensar, si en 5 minutos más pido de nuevo ir al baño, de ahí le digo a
Facundo que en verdad me siento mal, saldría a las 13 horas, llegaría en el
momento exacto para tomar su mano y darles toda mi energía y apoyo.
- No te veo bien, retírese antes
que contagie a los demás colegas.
Facundo es un paranoico con las
enfermedades, y yo un buen actor. Fue la mezcla perfecta.
El tren muy desocupado, leo este
mensaje de texto una y otra vez, lo siento como ella me hablara, siento su
anhelo de verme, de saber que cambiare después del gran suceso. Las margaritas
brillan con el reflejo del sol, su olor me recuerda a su cuello, a su esperanza
de que volvamos a estar juntos.
14:00, siento que hoy todo corre a
mi favor, camino al hospital, pregunto por el sector de maternidad, subo 4
pisos, avanzo por esos pasillos blancos de nunca terminar, miro entremedio de
cada cuarto, lo único que veo son mujeres con sus bebes, todas con ganas de
comenzar una nueva vida; espero que también quiera comenzar una conmigo.
La veo, que cara de cansancio
tiene, acaba de dar a luz; Helena esta rosada, durmiendo como si no hay
problemas en el mundo, bueno...en su mundo.
- Llegaste ahora, justo cuando te
necesito, no me digas nada y acaríciame, mi familia está abajo, fueron a
comprar algo para festejar, ya llegan.
- Deje todo mi trabajo por verte...
- Shh, no me digas nada, acaríciame.
Siempre tan sabia ella, era el
momento exacto de no hablar, solo para pensar en nuestras vidas y en nuestro
futuro, desde ahora nada malo me pasara, le contare a Don Gastón que soy el
mejor padre y que trabajare el doble solo para mi hija. Obviamente mañana después
de mi dolor estomacal fingido. No se dio cuenta de las margaritas, debe haber
estado muy exhausta.
Siento que Elena abre los ojos,
mira a su padre y sonríe, un momento que nunca olvidare.
Abre los ojos ella, me mira con
cara de "ten confianza, mi familia es amable", me doy vuelta para
presentarme de la forma más caballera a su familia; en especial a su padre, y
solo digo dos palabras:
- Don Gastón!